Una piscina sostenible, también llamada piscina salina, es aquella en la que tanto en su fase de construcción como en su mantenimiento, sus procesos son respetuosos con el medio ambiente, con el planeta y, por tanto, también con nuestra salud. La sostenibilidad se ha convertido en una necesidad fundamental y contribuir a ella es la clave para una mejor calidad de vida. Ahora bien, ¿por qué se llaman piscinas salinas? ¿Acaso tiene el agua salada algo que ver en ello? Debemos decirte que no es exactamente como estás pensando. ¡Te lo contamos!
El mantenimiento de las piscinas sostenibles tiene una serie de ventajas, como por ejemplo la cloración salina. Este proceso permite limpiar tu piscina y mantenerla en perfectas cloraciones durante períodos largos de tiempo. Funciona precisamente a través de un clorador salino, un aparato que transforma la sal en cloro mediante un procedimiento llamado electrólisis salina. De ahí viene su nombre precisamente. Cualquier piscina puede tener un clorador salino, pero lo ideal es contar siempre con profesionales que puedan aconsejarte correctamente.
No obstante, ¿cómo funciona este procedimiento? La respuesta es muy sencilla: al instalar el clorador salino, se diluye una pequeña cantidad de sal en el agua de la piscina que pasa por unas láminas de titanio, también llamadas electrodos. Éstas con anterioridad se han intercalado en las tuberías de retorno del sistema de depuración de la piscina. Es entonces cuando la sal, que es el cloruro sódico, se transforma en un potente desinfectante activo: el hipoclorito sódico. Este hipoclorito sódico tiene la capacidad de destruir algas, hongos y bacterias.